lundi 18 juillet 2011

Mis zapatos rojos

Hay cuestiones que son demasiado grandes para mi, como diría Dédé Fortin, un cantante québécois.

Las cuestiones identitarias me asustan, me atraen, me hacen dudar permanentemente.

Hablar de miradas.

La mirada femenina implica mucho, demasiado para que pueda existir.

Implica lo femenino.

Implica un genero, implica un cuerpo, unos pelos, unos genitales?

Implica una construcción, una decisión.

A mi nunca me preguntaron si quería ser mujer. Si quería, para cumplir mi rol femenino, no hablar fuerte, no tomar mucho alcohol, ponerme minifalda (aunque eso si me gusta) afeitarme (cosa que no hago de todas formas) dejar que me hagan pasar primero en el colectivo, tener hijos.

Tampoco me preguntaron si quería ser negra, o mejor dicho marrón. O si quería ser llamada tabla de chocolate cuando pendeja. Ni empezar a existir en las estadísticas argentinas solamente a partir del 2010. Y que me confundan por Dominicana, Colombiana, o Uruguaya (eso seguro es por el tabaco de armar..). Y que a mi mama, le preguntaban "Donde la conseguiste tu hija". Ni pude decidir ser Canadiense, Québécoise, con los privilegios que implica.

Pero hay cosas que si decido.

Elijo esxs locxs que constituyen el grupo inmenso de amigxs que tengo. Viajar. No tener casa, lavarropa o colchón doble. Elijo que la risa y los placeres sean algo central. Elijo el jenjibre y las frutas. Mi bicicleta, y mis zapatos rojos. Elijo que me saquen fotos, tal como soy, ni más, ni menos.
Elijo vivir en Argentina, por ahora.

Elijo quien beso, con cuerpos compartidos. Y me enamoro, con toda la pasión y la locura posible. Con las facultades debilitadas, o no.

Elijo no estar de acuerdo con lo que me dicten. No entro en estas visiones dicotómicas, binarias, en las cuales tengo que ser mujer o hombre. Elijo ser Ti-Gars, un ser blanco y negro.

*Publicado en la revista Aji picante