mercredi 14 décembre 2011

Grandioso acto del corazón

¡Ayer me encontré con Camilo!

Un amigo que conocí en Montréal.
Me lo cruce así, de causalidad, en San Telmo.

Una de esas noches en el Guevara.

Le dije que me iba de Buenos Aires.

Que estaba hasta las pelotas de esta locura.
De estxs locxs.

Y que no concebía otra solución
al sobrecalentamiento cerebral y emocional
que la de irme.

A la mierda.

Siempre quise hacerlo:

Empezar cosas. Pero cosas serias eh.
No cosillas que no importan.
Cosas que implican mucho para unx.

Amores y posgrados en lingüística.

Empezar, seguir y sudar, para después;
en un grandioso acto del corazón,
mandar todo a la mierda.

Concluir el capitulo.

Pensar y entender lo que sucedió.
Lo que sucede.
Adónde quiero ir.
Y más que nada, a hacer que.

Igual parece que los ciclos se cicatrizan solos.

¿Autogestión será?

Ni tengo que hacer nada.
Los azares de la vida confluyen para cerrar el asunto porteño.

Sip. Veo la película MIA en el Gaumont.

Aparece Leito, la casa del Abasto.
Camaras videos, Marlene.
Sueños de representaciones revolucionadas.

Aprendizajes.
Histerias y noches incontables.
Georgina.
La pelopincho de Pompeya
y Tonino en bolas meando las plantas.

Maude gritando "Alerte!"

Los vecinos molotovs.
Los amigxs que decepcionan.
El agotamiento, y el llanto.
Los "Negros de mierda" impunes.
La rabia creciente.

Es que estoy preñada,
de inquietudes y exaltaciones.

Y me encuentro con un amigo.
Así de casualidad.
Un amigo que conocí en Montréal.

Y le digo: "¡Ciao!"

jeudi 11 août 2011

... en Púan

"...No es que los negros entre ellos hacen la diferencia entre gente de color y negros, yo estuve en Sudáfrica" dice una compañera de la facultad.

Estoy con la "elite" de filosofía y letras, la gente de estudios superiores, la gente que cursa un seminario de teoría de la argumentación dentro de una maestría en análisis del discurso; y hay una rubia teñida argentina, porteña, alta, que llegó tarde, que no fue sutil, que ni se sentía mal de molestar a todxs nosotrxs otrxs 20 estudiantes conversando, dice esto sobre los negros.

Estamos conversando de la campaña de propaganda de Barack Obama, y de la problemática racial en Norteamérica.

Y acá haré un aparte.

Gente de letras y de palabras; gente de lingüística y de semántica; gente; me harían el favor, el chiquito favor de fijarse en como MIERDA dicen la cosas.

Norteamérica es un continente, al igual que Sudamérica.

Y yo veo que a nadie se le ocurre llamar Argentina Sudamérica, o Colombia Sudamérica, o Chile Sudamérica. Entonces, por favor, dejen de poner a México, Estados-Unidos y Canadá en el mismo paquete, porque son espacios super distintos. Y si es que quieren decir que México, Estados-Unidos y Canadá efectivamente, constituyen un espacio geo-politico o cultural coherente pues que al menos se den cuenta que los están haciendo y que me lo demuestren, porque a mi no me parece ni un poco.

Entonces, estamos analizando una parte de la campaña de propaganda de Obama, y a esta señora, que ya elegí para representar el fucking racismo ambiental y omnipresente en las aulas de Puan, se le ocurre que los negros piensan así. Ella estuvo en Sudáfrica viste. Obviamente, sabe lo que piensan los negros. Y los negros viven lejooos de Buenos Aires, ella estuvo en Sudáfrica, lo vio. Y los negros de Sudáfrica piensan igual que los negros de Estados Unidos, claro son negros y los negros no tienen historia. Son todos iguales los negros.

Y allí no aguanté mas.

O sea ya era mucho escuchar toda esa banda de gente mayormente blanca hablando de tal negro que aparece en primer plano, y de tal otro negro cantante de rap.

Y yo allí acumulando, haciendo muecas, moviéndome en mi silla. Se me olvidó mi timidez, se me olvidaron las barreras académicas. Y contesté. Espontáneamente.

Oh.. los negros hablan.

Yo soy negra y estoy harta.

Y se notó.

Harta de que los Chilenos son así, que los Colombianos son así y que los Negros, y que los Norteamericanos..

Estoy harta del racismo. Que lo sepa toda esa gente; esa gente que estudia la literatura y que se otorga el derecho de mirar a todxs lxs que no saben de gramática generativa y de Barthes desde arriba de esta torre que ni siquiera es de marfil.

Gente de Púan, sépanlo y fíjense en como mierda dicen las cosas.

Me voy a clase.

Gracias.

lundi 18 juillet 2011

Mis zapatos rojos

Hay cuestiones que son demasiado grandes para mi, como diría Dédé Fortin, un cantante québécois.

Las cuestiones identitarias me asustan, me atraen, me hacen dudar permanentemente.

Hablar de miradas.

La mirada femenina implica mucho, demasiado para que pueda existir.

Implica lo femenino.

Implica un genero, implica un cuerpo, unos pelos, unos genitales?

Implica una construcción, una decisión.

A mi nunca me preguntaron si quería ser mujer. Si quería, para cumplir mi rol femenino, no hablar fuerte, no tomar mucho alcohol, ponerme minifalda (aunque eso si me gusta) afeitarme (cosa que no hago de todas formas) dejar que me hagan pasar primero en el colectivo, tener hijos.

Tampoco me preguntaron si quería ser negra, o mejor dicho marrón. O si quería ser llamada tabla de chocolate cuando pendeja. Ni empezar a existir en las estadísticas argentinas solamente a partir del 2010. Y que me confundan por Dominicana, Colombiana, o Uruguaya (eso seguro es por el tabaco de armar..). Y que a mi mama, le preguntaban "Donde la conseguiste tu hija". Ni pude decidir ser Canadiense, Québécoise, con los privilegios que implica.

Pero hay cosas que si decido.

Elijo esxs locxs que constituyen el grupo inmenso de amigxs que tengo. Viajar. No tener casa, lavarropa o colchón doble. Elijo que la risa y los placeres sean algo central. Elijo el jenjibre y las frutas. Mi bicicleta, y mis zapatos rojos. Elijo que me saquen fotos, tal como soy, ni más, ni menos.
Elijo vivir en Argentina, por ahora.

Elijo quien beso, con cuerpos compartidos. Y me enamoro, con toda la pasión y la locura posible. Con las facultades debilitadas, o no.

Elijo no estar de acuerdo con lo que me dicten. No entro en estas visiones dicotómicas, binarias, en las cuales tengo que ser mujer o hombre. Elijo ser Ti-Gars, un ser blanco y negro.

*Publicado en la revista Aji picante

mardi 14 juin 2011

Timidement

Les mots inspirent, enchantent.

En petit bonhomme sur mon lit, j'alterne entre la lourde et rude analyse du discours publicitaire et son influence sur l'enfance dans la société argentine, et les jolis miroirs de Marina Colasanti.

J'étudie; avec plaisir, avec doutes et peurs.

Timidement. Dans la classe, je note mon intervention, je lève à peine la main, je me sens toute petite. Tout sortira à l'envers, en français, avec un accent chilien.

J'étudie la langue. Pas de surprise, j'aime la langue, les langues qui se goûtent et les langues qui créent.

En espagnol, il y a trois façons de dire je t'aime. Me gustas, te quiero, te amo. Évidemment, je suis confuse.

Et la langue constitue l'univers, définit les sujets, les modèle et les déconstruit. Mon univers se transforme un peu chaque jour.

Je questionne les propositions subordonnées relatives et les conjonctions de coordination.

Je lis et vis autrement, les "nous", les "ils" "eux" et "elles". Avec des "x" de trans et les discours hégémoniques de Bourdieu.

Je ris dans mes poils les textes de l'école française traduit à l'espagnol. Bienveniste, Maingueneau, Ducrot.

Je rêve d'une imprimante et de la bibliothèque nationale.

J’interprète et constate ma différence, constante. J'écoute des artistes se masturber les méninges en comparant l'essentiel du discours de Borges sur l'aristocratie et son rapport aux politiques radicales.

Je regarde avec plaisir mon voisin de droite et la pertinence de ses interventions.

Le cadenas de ma bicyclette est brisé, et je mange des empanadas à la cafétéria.

Je suis de retour à l'école.

vendredi 25 mars 2011

Nous

Hier, c'était le 24 mars. Et le 24 mars 1976, l'Argentine passait sous contrôle militaire. Et jusqu'en 1983, les militaires se succédèrent. Et jusqu'en 1983 les gens disparurent; 30 000 êtres humains.

Les opposants politiques, les syndicalistes, les transsexuels, les lesbiennes, les homosexuels, les aborigènes, les afro descendants, les juifs. Torturés, assassinés puis séparés en morceaux, éparpillés dans la mer ou sur la terre.

Hier, le 24 mars 2011, les Argentines et les Argentins se sont souvenus.

Et moi aussi. J'ai fait mon entrée, simplement, dans cette histoire collective à laquelle je participe désormais. Je suis allée sur la Place de Mai. J'ai marché sur l'Avenida de Mayo et j'ai croisé toutes sortes de gens, qui se rappelaient, ensemble.

Les fans de death métal qui hurlaient la résistance, les populations aborigènes et leurs flûtes andines qui élèvent l'âme, le candombe afro-argentin et la sueur de la danse, toutes les différentes variantes de regroupement péroniste national latino-américain de la jeunesse, le Parti communiste, les socialistes, les mères de la Place de Mai avec leur foulard blancs, les kirchneristes de tout acabit.

Ils y étaient.

Nous y étions.

Le soleil était bon. Le vent frais, automnal. Et j'étais avec mon ami Antonino, heureuse d'être présente. De me souvenir.

Puis, à travers toutes cette faune de banderoles, de tambours, et de chants de stade de football, au milieu de tous ces partis profitant de l'occasion pour se faire du capital politique, apparaissaient soudainement des personnes seules. Des hommes et des femmes avec comme pancarte un photo, jaunie par le temps. Une photo de leurs amoureux, de leurs maîtresses, de leurs fils et de leurs filles, de leurs amis, absents. Disparus. Torturés, puis assassinés, séparés en morceaux, éparpillés dans les airs ou sur la terre. Disparus.

J'ai compris un peu, j'ai senti la déchirure, l'Histoire. Les larmes sont montées à mes yeux. Je suis restée déconcertée, errante face à cette violence, ces politiques, cette cruauté tellement humaine.

J'ai regardé Antonino.

J'ai vu autour de moi de milliers de gens présents pour faire exister la mémoire collective et qui, avec leurs banderoles, leurs bras en l'air et leurs tambours criaient, chantaient et dansaient, pour que ça ne recommence plus.

Et nous avons repris nos sourires, le soleil était bon, le vent automnal, et nous dansions et chantions et crions "Nunca más".

vendredi 25 février 2011

Questions poils

Mmm. Mmm. Questions poils, corps et sexe.

Le retour d'un mois de voyage au Chili, que j'ai pratiquement passé à poil sur des plages idylliques, en m'en allant sans payer, en faisant du pouce et en voyageant dans des derrières de pick up, me permet de faire clairement les liens difficiles mais essentiels entre mes perspectives théoriques et l'expérientiel en tant que source de connaissance. (Voir ici les réflexions de Sandra Harding - épistémologue féministe - sur les sources de la connaissance)

Ça doit être parce qu'en mars je retourne sur les bancs d'école et que j'me remets à lire des textes scientifiques et à m'obstiner sur les sciences exactes et les sciences sociales, et la pseudo neutralité de mes amis économistes.

Bon, j'tombe sur un article d'un homme sur les poils. Problématique qui m'intéresse, m'interpelle depuis que j'ai atteint la puberté. Du haut de ma grande maturité de 12 ans, il me semblait essentiel de raser les 3 p'tits poils qui avaient commencé a pousser en d'sous mes bras.

Je devais faire comme tout le monde, éviter la honte dans le vestiaire des filles dans les cours d'éducation physique, déjà que je suais au maximum et que je découvrais à mon grand désarroi que je n'allais pas hériter des attributs féminins de ma mère. Fin bref.

Période sombre, l'adolescence n'épargne généralement personne. Ça a tout de même pris 4 ans et quelques discussions familiales significatives (quelle bonne équipe ma mère et mon père!) pour que je comprenne que c'tait pas nécessaire, obligatoire, hygiénique, propre de se raser, de s'épiler, de se brûler la peau à la cire chaude, de dépenser des sous et du temps à l'électrolyse.

Ça aura pris le Cégep de Sherbrooke, l'importance du féminisme dans le mouvement étudiant et social au Québec. Ça aura pris mon caractère de cochon et un esprit de contradiction presque systématique. Et des amoureux et des amants qui trouvaient ça ben relax, et qui pouvaient écouter sans comprendre mes doutes et les incohérences qui qualifient toujours mes complexes capillaires. Ça aura pris des Marie-Michèle, pis des Éliane, pis des discussions à Rive.

Et puis après presque 15 ans de vie consciente dans ce bas monde anti poil, je continue d'y réfléchir. Avec des crises passagères d'envie de m'épiler complètement, de me mettre une perruque aux cheveux plats et de réaliser le genre de fantasme qui a occupé mon enfance peuplée de Barbie, de robes de princesse et des balades en roller à Miami Beach. Je continue aussi à me plaire, à me trouver jolie quand je vais bien et moche quand j'suis fatiguée et déprimée.

Mais j'continue à y réfléchir, à douter des visions dichotomiques, et à me méfier des commentaires masculinistes.

J'continue à croire que c'est une violence, mais j'peux pas oublier les amies travesties et trans qui veulent pouvoir aller se faire épiler sans problème, qui questionnent beaucoup plus que le poil, tout en le rejetant complètement. Et qui m'empêchent d'être persuadée, parce qu'elles-mêmes doutent. Qui font que ma vision est une simple expression de ma subjectivité, de ma culture, de mon corps, de mes expériences. Et qui me font me méfier des "Nous la femme" de salon de coiffure qui se permettent de parler en mon nom sans que je n'y aie jamais consenti. Qui me font douter de la nécessité de l'existence de telles catégories. Même que j'marche sur des oeufs dans ma tête quand j'me mets à y penser. Heureusement que Dolphy me permet de ne pas interrompre le fil de mes pensées et me pousse à continuer à déconstruire.

lundi 21 février 2011

Jusqu'à en mourir

Je suis devant mon personal computer, dans un appartement à Flores à Buenos Aires, à me plaindre de la chaleur et de ma paresse d'aller au supermercado qui est à moins d'un coin de rue. J'écoute du Chopin. Tout ça en regardant des photos sur un site qui s'appelle "totally coolpix" sur ce qui se passe en Égypte, en Libye, au Bahreïn.

Je suis accompagnée par mes réflexions sur la Violence, et cette fameuse idée que c'est un des meilleurs chemins pour arriver à cette autre et ô combien plus fameuse révolution sociale.

Je sais que dans la même journée, j'ai fait une session Skype avec mon ami ingénieur sonore qui vit désormais à Berlin, juste avant de tomber par hasard sur un guide de défense contre les policiers, en arabe dans mon reader.

Je continue à me questionner; sur le rôle de ces dites images, de ce qu’elles signifient. Et surtout sur la façon dont je peux et dont je veux participer à ces narratifs, ou du moins, exprimer et expliquer ma solidarité, mon appui.

Je tente du haut de mes 26 ans de jugement, de distinguer le vrai du faux. De chercher à avoir accès aux narratifs de femmes, aux narratifs de trans.

J'essaie de voir comment dans les moments critiques, quand l'Histoire se fait un peu plus que d'habitude, on peut arriver à plus qu'une "réforme" du système. Parce que les Moubarak, Kadhafi, Gbagbo, Ouatarra, Compaoré et autres chefs d'état arabes et africains qui se maintiennent l'un l'autre comme s’ils étaient des membres du G8, ne peuvent pas être et ne sont pas l'unique cause du problème.

Et pour des problèmes complexes, on doit penser, imaginer, créer des solutions complexes.

Et je me retrouve à lire de vieux travaux universitaires sur le panarabisme et je pense au cours de Gada sur l'activisme transnational.

Mes réflexions sont ouvertes, je suis certaine de vouloir exprimer ma solidarité avec les Arabes en révolte. Je doute de à qui l’exprimer plus particulièrement.

Mais la question centrale est plutôt le comment. Avec toutes ces personnalités virtuelles, on prend des chemins étranges, irréfléchis, on usurpe des identités, on viole nos codes d'étiques. On ne demande pas à tous ces visages s'ils ont d'accord d'être le symbole de notre solidarité. On oublie aussi les risques que ça peut créer.

Mais je continue à regarder les images, de gens qui sont en train de lutter jusqu'à en mourir, en haute définition.

Et ça satisfait une soif de symbole et de changement. Un sorte de voyeurisme difficile à soutenir, en tant que jeune activiste féministe of colour.

jeudi 20 janvier 2011

Pot-pourri

C'est ben rien qu'un mélange. D'avoir faim. De penser à la raison qui explique pourquoi tout le monde que je connais du Québec a les mêmes bas gris et blanc avec une ligne rouge, volés à leurs pères. De pourquoi je peux pas rester tranquillement en Argentine. Du pourquoi les bureaucrates m'emmerdent solidement, du rat que ces mêmes bureaucrates ont commenté pendant une demi-heure la dernière fois que je suis allé à Retiro pour renouveler mon visa de touriste. De laver les moules où je cuisine des tartes aux courgettes, bettes à cardes et aubergines. Du pain aux bananes qui a laissé perplexe pas mal tout le monde aujourd'hui. De mes anciens élèves de français qui ont dû passer à travers un processus ô combien plus complexe que celui auquel je fais face. De comment ça je peux faire des séminaires de doctorat et non de maitrise. D'une envie de m'en foutre totalement. De penser à me marier, de continuer à faire des cadeaux. Du rapport au corps, à la sexualité, à la possession, à l'humanité. De l'intimité, de mon certificat de naissance certifié légalisé et traduit. De la caisse de bois dans laquelle je transporte mes trucs. Du thermos et du maté qui m'accompagnent quotidiennement. De où je vais laisser mes pack sac quand je vais m'en aller. De Montréal l'été, de mes amis, des couples ouverts, des invasions facebook. De Dominique Poirier qui me fait chier. Des crayons de couleurs et des livres. Du fait que j'ai super bien dormi hier, que j'ai les ongles longs, que j'aime pas les chiens, qu'il fait soleil, que j'ai envie de faire une sieste. Du prix de l'huile d'olive et des tomates qui sont à fucking 12 pesos le kilo, du printemps, des garçons et des filles, du soleil et du bonheur.